A veces, al conectar con nuestra verdad interior nos damos cuenta de que no somos coherentes entre lo que sentimos, pensamos y/o hacemos.
Esta contradicción puede provocar sufrimiento, al sentir que quizás no hacemos lo que verdaderamente queremos.
Aceptar que la experiencia humana está llena de contradicciones y de que somos un cúmulo de manifestaciones genéticas, experiencias y oportunidades nos ayuda a entender que en cada momento lo hacemos lo mejor que podemos. Los miedos, las creencias y las circunstancias vitales personales son factores que influyen en nuestra forma de vivir y en la toma de nuestras decisiones.
A veces, somos incapaces de hacer lo que nuestra verdad nos dicta. En estos momentos, aceptar este hecho es el mayor acto de honestidad que podamos dedicarnos. Es perfecto y maravilloso. Cuando estemos preparadas, tendrán lugar los cambios que deben darse, si llegan.
En estos momentos recordarme la oración de la serenidad del teólogo, filósofo y escritor estadounidense de origen alemán Reinhold Niebuhr:
Señor, concédeme serenidad para aceptar todo aquello que no puedo cambiar,
valor para cambiar lo que soy capaz de cambiar
y sabiduría para entender la diferencia.